sábado, 5 de mayo de 2007

¿Pena de muerte?




No podéis imaginaros mi sorpresa al leer en el blog de una de mis compañeras que el actual Papa, Benedicto XVI, admite la legitimidad de las guerras y de la pena de muerte, pero no la de la eutanasia. A ver si he entendido bien: es legítimo matar gente por un pedazo de tierra, por beneficios económicos, por venganza, pero de ninguna manera se acepta aliviar los sufrimientos de un ser humano induciéndole la muerte. Perdonad, pero no le veo la lógica por ninguna parte.

A favor de la eutanasia, de una muerte digna, no tengo mucho más que añadir a lo ya dicho por mi compañera Iratxe. Por otro lado, las guerras me parecen tan absurdas, que no tendía mucho que decir. No veo que aporten nada bueno, solo consigo ver su lado negativo. No encuentro ningún sentido a estas masacres, por lo que no sabría como argumentar mi postura. Sin embargo, puedo llegar a entender los motivos que podría tener la gente para estar a favor de la pena muerte.

Este es un tema muy polémico, que genera sentimientos encontrados: por un lado esta la familia de la víctima, por otro la del “asesino” y por ultimo el resto del mundo. Yo no conozco lo que se siente estando en la piel de ninguna de las dos familias, por lo que solo puedo hablar humildemente de lo que yo opino respecto a este castigo.

Como ya he dicho, puedo entender que se desee la muerte de aquel que ha matado a un ser querido. Puedo entender el miedo de que algún día se encuentre libre y pueda volver a matar. Puedo entender que no es suficiente con que pase unos cuantos años en la cárcel y luego vuelva a disfrutar de su vida, cuando una persona ya no podrá volver hacerlo por su culpa. Aun así, no creo que la solución resida en matar a esa persona, nunca he creído en la ley del “ojo por ojo, diente por diente”.

Otra de las razones por las que no estoy a favor de la pena de muerte es que pocas veces se puede estar cien por cien seguro de que el acusado sea el culpable del delito. Ante la posibilidad de acabar asesinando a un inocente, yo prefiero no arriesgarme y no matar a nadie. Para asegurarnos de que pague por su delito, en el caso de que sea culpable, pienso que es ya suficiente con la cadena perpetua. Es más, oí hace ya algún tiempo, que la mayoría de los familiares de las victimas admiten que no se sintieron mejor después de la muerte del culpable. Confiesan que pensaban que matando al asesino de su padre, madre, hijo, etc. conseguirían que se hiciese justicia y así tendrían, al fin, paz. Pero no ocurre así. Entonces, ¿para que matar al hijo, padre o madre de otra persona? ¿Por qué causar el mismo sufrimiento que padecemos nosotros a otra familia?

Reconozco que debe ser frustrante ver libre al asesino de un familiar, que se debe sentir una ira incontrolable cuando ves que los años de condena se van reduciendo poco a poco hasta que queda en libertad, pero en vez de apoyar la pena de muerte se debería reclamar una “justa” justicia, que se preocupe del bienestar de la víctima y sus familiares y que procure que este tipo de cosas no sucedan.

Los sentimientos de la venganza y el odio están demasiado arraigados en nuestra especie. Deberíamos aceptar que no hay nada, excepto el tiempo, que ayude a superar la perdida de un ser querido, que no hay formulas mágicas que borren nuestro dolor, y que es justo que el culpable de nuestro sufrimiento pague, pero sin llegar al extremo de matar, ya que eso sí que no tiene vuelta atrás.




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