¿Quién no ha dicho alguna vez la famosa frase: “a los 18 me voy de casa”? ¿Quién no ha amenazado alguna vez a sus padres con abandonar el nido familiar, ya sea para conseguir mayores libertades a la hora de salir o porque realmente estaba harto de su situación? Sea como fuere, hoy en día esta es una amenaza difícil de cumplir, porque hay que ser realmente rico para poder abandonar casa donde te criaste a los 18, o incluso a los 30.
El precio de los pisos, ya sea recién construidos, de segunda mano o alquilados, se ha incrementado de manera espectacular en la última década. Es cierto que el ritmo de ascenso de los precios empieza ha estabilizarse, pero las cantidades exigidas por cualquier vivienda siguen siendo abusivas. Hoy en día poca gente puede comprar un piso sin hipotecarse para toda la vida, y puede que algunos dejen las hipotecas en herencia a sus hijos.
Lo cierto es que estos precios son inaccesibles para casi todos, pero los jóvenes lo tenemos aún peor: para que os hagáis una idea un piso modesto en 2006 costaba alrededor de 210.000 euros. En el mismo año el sueldo de un universitario recién titulado en ingeniería informática sin experiencia profesional no llegaba a los 1.200 euros mensuales. Por lo que un piso le costaría ha dicho ingeniero: 210.000/1.200 = 175 mensualidades. Traducido en años serían catorce. Por lo que suponiendo que acabaras la carrera en cinco años sin repetir ni un curso y encontraras trabajo nada más licenciarte, aún tardarías catorce años en poder permitirte comprar un piso (si ahorrases todo lo que ganaras, esto es, suponiendo que otros te vistan, te den de comer, etc.). Si las cuentas no me fallan, podrías irte de casa de tus padres a los… 29. No creo que este sea el caso de nadie, y si lo es realmente esa persona es afortunada; así que te quedan dos opciones: te hipotecas hasta que nazcan tus nietos o echas a tus padres de casa y te quedas con ella (siempre que note echen ellos primero).
El gobierno no aporta soluciones para este problema y los gobernantes locales parecen más preocupados por lucrarse ellos también con este negocio que por buscarle una solución. El único remedio que planteó el gobierno fue el de los famosos pisos de 30 metros cuadrados. Pero aún el precio de estos apartamentos es desorbitado en comparación con el reducido espacio que ofrecen. Por otro lado, alguien que se plantee tener familia no puede hacerlo dignamente en tan reducido espacio, en algún momento tendrá que vender este apartamento y comprar un vivienda en la que puedan vivir tres o más personas.
Pero lo que más me impresiona de todo esto es que con estos precios la gente siga comprando viviendas. Y lo hace, al fin y al cabo siguen construyéndose más y más pisos y cada vez más lejos del núcleo urbano. Hay tenemos, por ejemplo, el caso del polémico plan urbanístico de Andra Mari. Sin ir más lejos, en la lonja debajo de mi casa, están construyendo dos pisos, y asomándome a la ventana puedo ver como reforman otras dos lonjas para convertirlas en apartamentos.
Este problema que parece no tener solución sigue creciendo. Todos nos damos cuenta y en el último año se han convocado varias sentadas pro vivienda digna. Si el gobierno, la diputación o quien sea no empieza a ofrecer soluciones realmente me veo viviendo debajo de un puente, o en casa de mis padres hasta los cumplir 40 años, quien sabe.
El precio de los pisos, ya sea recién construidos, de segunda mano o alquilados, se ha incrementado de manera espectacular en la última década. Es cierto que el ritmo de ascenso de los precios empieza ha estabilizarse, pero las cantidades exigidas por cualquier vivienda siguen siendo abusivas. Hoy en día poca gente puede comprar un piso sin hipotecarse para toda la vida, y puede que algunos dejen las hipotecas en herencia a sus hijos.
Lo cierto es que estos precios son inaccesibles para casi todos, pero los jóvenes lo tenemos aún peor: para que os hagáis una idea un piso modesto en 2006 costaba alrededor de 210.000 euros. En el mismo año el sueldo de un universitario recién titulado en ingeniería informática sin experiencia profesional no llegaba a los 1.200 euros mensuales. Por lo que un piso le costaría ha dicho ingeniero: 210.000/1.200 = 175 mensualidades. Traducido en años serían catorce. Por lo que suponiendo que acabaras la carrera en cinco años sin repetir ni un curso y encontraras trabajo nada más licenciarte, aún tardarías catorce años en poder permitirte comprar un piso (si ahorrases todo lo que ganaras, esto es, suponiendo que otros te vistan, te den de comer, etc.). Si las cuentas no me fallan, podrías irte de casa de tus padres a los… 29. No creo que este sea el caso de nadie, y si lo es realmente esa persona es afortunada; así que te quedan dos opciones: te hipotecas hasta que nazcan tus nietos o echas a tus padres de casa y te quedas con ella (siempre que note echen ellos primero).
El gobierno no aporta soluciones para este problema y los gobernantes locales parecen más preocupados por lucrarse ellos también con este negocio que por buscarle una solución. El único remedio que planteó el gobierno fue el de los famosos pisos de 30 metros cuadrados. Pero aún el precio de estos apartamentos es desorbitado en comparación con el reducido espacio que ofrecen. Por otro lado, alguien que se plantee tener familia no puede hacerlo dignamente en tan reducido espacio, en algún momento tendrá que vender este apartamento y comprar un vivienda en la que puedan vivir tres o más personas.
Pero lo que más me impresiona de todo esto es que con estos precios la gente siga comprando viviendas. Y lo hace, al fin y al cabo siguen construyéndose más y más pisos y cada vez más lejos del núcleo urbano. Hay tenemos, por ejemplo, el caso del polémico plan urbanístico de Andra Mari. Sin ir más lejos, en la lonja debajo de mi casa, están construyendo dos pisos, y asomándome a la ventana puedo ver como reforman otras dos lonjas para convertirlas en apartamentos.
Este problema que parece no tener solución sigue creciendo. Todos nos damos cuenta y en el último año se han convocado varias sentadas pro vivienda digna. Si el gobierno, la diputación o quien sea no empieza a ofrecer soluciones realmente me veo viviendo debajo de un puente, o en casa de mis padres hasta los cumplir 40 años, quien sabe.
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